martes, 26 de junio de 2012

Las princesas existen

Tienen que existir. Por cojones. Este blog fue ideado con el objetivo de relacionar fútbol y mujeres, cuero y amor (o sexo, que quedaría mejor), tantos y relaciones. Por lo tanto, y después de la exhibición de Andrea Pirlo ante Inglaterra (sé que llego tarde, pero uno tiene más ocupaciones), vuelvo a creer en las princesas.

Una vez leí que lo malo (o lo bueno) que tienen los momentos importantes en la vida es que no los esperas. Normalmente, no hay indicios que te avisen de que vas a vivir -en este caso presenciar- algo extraordinario. Más impactante aún fue el entorno que envolvía al choque. Es curioso: Inglaterra representa a una competición vistosa, emocionante, de goles, algunos incluso la tildan de la mejor del mundo. El fútbol italiano, por el contrario, siempre ha sido relacionado con la vileza, la tacañería, el oscuro resultadismo por encima de todo.



No importó. Pirlo miró al balón, corrió hace él y creó una obra de arte. No hubo celebración, no por su parte. Es lo admirable. Para él, esas cosas son normales, entran dentro de la cotidianidad. Andrea lleva el virtuosismo impregnado en la sangre y pegado en sus botas. No entiende el fútbol de otra manera. Debe ser un juego bonito, debe ser diferente cada vez.



Como en todas las profesiones, en el fútbol hay jugadores que sufren sobre el verde. La presión, la exigencia, la competitividad… Son muchas cosas las que pueden influir para no disfrutar de tu vocación. Pirlo lleva tan al límite esa filosofía que realiza desesperantes malabarismos en la frontal de su propia área. Uno de ellos casi le cuesta un gol a la ‘azzurra’. Es el peaje que hay que pagar por tener a un genio en tus filas. Casi que compensa.

Todo esto me ha devuelto el optimismo (al menos por unos días). Entre miles de fulanas, verduleras, analfabetas, divas de palo, crancos, modernas repugnantes, mojigatas aburridas, comebolsas, y tocahuevos en general. Entre toda esa ingente cantidad de mierda, tiene que haber, al menos una princesa. Habrá más, pero conformémonos con que una se cruce en nuestras vidas. De refilón, aunque sea.



Me refiero a esa mujer que llega, te revuelve las entrañas y se va. Su perfume, su voz, su forma de andar, qué se yo. Un aura de verdadera divinidad la rodea, y tú lo notas. Y tú te quedas como Hart: rendido en el suelo, boquiabierto, anonadado y sí, vencido. Y ella se marcha como si tal cosa.

6 comentarios:

  1. Que grande......recital de pirlo

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  2. Estamos escuetitos en los comentarios, eh? Se nota que el calor está haciendo estragos...

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  3. Maribel de toda la vida!28 de junio de 2012, 3:02

    ¡Aquí estoy yo para levantar el cotarro!
    LAS PRINCESAS NO EXISTEN!

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  4. Bienvenida de nuevo Maribel, queremos más interacción eh? Respecto a las princesas, igual te sientes más identificada con la última entrada...

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