viernes, 9 de marzo de 2012

Señales e interpretaciones II (Primera Cita)

Hace algún tiempo, exponía algunas pinceladas sobre uno de los temas más amplios en lo que a conquista de mujeres se refiere: las señales y las diferentes interpretaciones (erróneas o no) que nosotros captamos. Hoy me gustaría focalizar mi atención en la primera cita, evento fundamental que debemos controlar al dedillo. Si en una noche cualquiera nos dan calabazas, aun siendo repetidas, el bullicio nos servirá para refugiarnos de la humillación. Pero un bis a bis es diferente. Aquí cualquier paso en falso se paga realmente caro.

En primer lugar debemos tener en cuenta cuán poderoso es el rival al que nos enfrentamos: no es lo mismo un cranquete de una noche que nuestro amor platónico de la oficina, por poner un ejemplo. Obviaremos el primer supuesto, ya que lo que habéis aprendido hasta ahora os debería ser más que suficiente para poder lidiar con un equipucho de medio pelo. Vamos a temas más interesantes.

Cuando quedamos con una chica de nuestro entorno (directo o indirecto), las cuestiones que nos asaltan son múltiples, pero a la vez se terminan resumiendo en dos preguntas básicas: “¿Ella ya sabrá que me atrae?” Sin lugar a dudas, sí. No son gilipollas, por más que nos empeñemos en creerlo. Y la segunda y más importante: “¿Le gusto?” Eso, y sólo eso, es lo que hay que tratar de averiguar.

Bueno, partimos de la base de que si ha quedado con nosotros (a solas) es que, cuando menos, algo de curiosidad tiene. O eso, o demasiado tiempo libre, cosa que en estos tiempos es más que posible. Sea cual fuere la coyuntura, siempre partimos con un mínimo de posibilidades. Un par de horas o tres pueden servirnos para escalar posiciones o para decir adiós.


En primer lugar, en la presentación, dos castos besos en la mejilla (ni se os ocurra buscar la boca). Después, vamos a beber con calma y observar dos factores: dónde se coloca ella y de qué habla. Si no le importa sentarse cerca nuestro, es una buena señal. En cuanto a su conversación, es casi seguro que saldrá el nombre de varios tíos a la palestra. Bueno, sobra decir que si os menciona al novio estáis literalmente fuera (qué zorras). Pero si no lo hace, deberemos estudiar con minuciosidad sus palabras. Nos puede hablar de experiencias pasadas o de acosadores presentes y su alocución puede encerrar varios mensajes para nosotros: “No quiero nada con tíos”, “No me gusta que me agobien”, “No me molas” y un largo etcétera. Lo mejor, de todas formas, es no darle muchas vueltas e intentar reconducir la conversación a otro ámbito donde nos sintamos más cómodos.

Bien, llegados a este punto lo habitual es que no haya señal alguna de un interés patente por su parte, así que tendremos que fiarnos de nuestro instinto (mal consejero, por otra parte). Nos acercamos al final de la velada, y si hemos conseguido que no haya excesivos silencios incómodos, aún nos quedan dos balas importantes. Primero, postergar el final de la cita. Siempre es obligado que pidamos una última. Si ella rechaza, bye bye. Si no, seguimos vivos.

Por último, nos queda el momento, sin duda, más crucial de toda la noche: LA DESPEDIDA. Si poseemos vehículo propio, nos ofreceremos como gentiles chóferes. Si ella sigue accediendo, casi hemos llegado a la última pantalla pero por favor, no cantemos victoria aún.


Hemos llegado al portal de su casa (o a donde ella nos diga que la dejemos). Momento cumbre. Tensión máxima. ¿Dos besos? ¿Me lanzo y me arriesgo a llevarme una cobra en primer plano y con un silencio de los que hacen época? Esta decisión es muy complicada, amigos, y vuestro futuro, en gran parte, depende de ella. Pero pongamos que no hemos tirado a puerta, nos vale con el empate. Ok. Dos besos. Aún queda la frase de despedida. “Eh… ¿Nos veremos pronto?” Su respuesta, en este punto, nos dirá si finalmente hemos empatado o hemos recibido un gol en el descuento. Sólo os pondré una de las peores opciones: “Ya te aviso yo, si eso..." Lo siento, no habrá segunda cita, cést la vie.

Si deja la puerta entreabierta y logramos un segundo encuentro, concienciémonos: habrá que entrar, o de lo contrario entraremos en el farragoso terreno de la amistad y del “Es que me parece raro que nos liemos”. Pero ésa ya es otra historia.


Sin duda, documento gráfico espectacular...

3 comentarios:

  1. Maribel de toda la vida!12 de marzo de 2012, 6:02

    1. Concepto "Cita". ¿Siguen existiendo en el siglo XXI o eres un romántico?
    2.No, todas somos gilipollas. Pero sin serlo podemos no pillarlo.
    3.Si en la siguiente te pasa lo mismo, siempre puedes argumentar que era una "calienta" y quedarte tan ancho.
    4.A veces para triunfar, hacen falta más de dos partidos con sus correspondientes prórrogas e incluso penalties.
    5. Muy bueno el post, por cierto. :)

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  2. Maribel de toda la vida!12 de marzo de 2012, 6:03

    En el punto 2 obviamente quería decir "No todas somos gilipollas" jejeje.

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  3. Estaba deseando que comentaras... y nunca defraudas

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