miércoles, 25 de mayo de 2011

¡Sálvese quien pueda!

No es ninguna novedad. Bajan las aguas revueltas en el Atlético de Madrid. El club que no hace mucho fue definido por su directiva como “no vendedor”, ahora se está desmantelando poco a poco. De una tacada se marchan De Gea y el Kun Agüero (surrealista la situación del argentino, en la que se supone que ahora es el Real Madrid el que no lo quiere). Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo anunciaron un lavado de imagen completo en el club. Y de verdad que han vuelto a superarse. Ni Toni ni Kiko quieren adentrarse ahora en este marrón y parece que la búsqueda de entrenador no va a ser tan sencilla como imaginaban. Quique Sánchez Flores dijo que no había opción de que siguiese en el banquillo rojiblanco, que su marcha era obligada. Normal.

Resulta increíble pensar que este equipo ganó dos títulos y llegó a tres finales hace unos meses. El proyecto estaba rodado, sólo hacía falta pulirlo. Pero la dirección tomada ha sido otra, ha sido la de empezar otra vez de cero. Silvio, Miranda y Adrián son, hasta nueva orden, los tres refuerzos del equipo colchonero para la próxima campaña. Regreso al pasado. Como en los viejos tiempos en los que Torres se dejaba el alma por intentar que el equipo fuese a la UEFA. Siempre lo recuerda el de Fuenlabrada: “Ahora se quejan por no ir a la Champions, cuando yo nunca jugué en Europa”.

Vaya panorama. El equipo se desmorona y nadie quiere ser el último en bajar del barco. Cuando llegamos a una cierta edad, los miedos de algunos de nuestros compañeros de equipo salen a relucir. Se cansan de la eterna borrachera, del trabajo nocturno para llevarse algo a la boca, de follar una vez cada mes (a lo sumo). Es en ese momento cuando nuestros amigos se van enganchando a la primera que pasa. Se acabó la broma.


Ahora las cosas no son tan divertidas. Cada vez es más complicado organizar una salida con más de tres miembros del equipo. Los que salen, por supuesto, se retiran temprano a casa ya que allí tienen la seguridad de encontrar lo que nosotros no paramos de buscar. Cada noche se convierte en un ultimátum, ya que no sabemos a ciencia cierta cuándo tendremos la próxima oportunidad.

Una alternativa es que cambiemos de amigos. Poco recomendable eso sí, ya que no es sencillo que alguien aguante nuestras paridas así de buenas a primeras. Además, si ya da pereza intentar conocer a tías, mucho más ponerse a hablar con el sexo masculino en busca de una bonita amistad. Pero no os preocupéis: la vida es cíclica y los que ahora rehúyen de sus orígenes volverán con el rabo entre las piernas. Y si nada cambia nosotros les recibiremos con los brazos abiertos.

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